Alguna vez te has preguntado ¿por qué algunos municipios son más prósperas y exitosos que otros? Muchas veces no se trata de recursos naturales o marítimos, sino también del nivel de conocimiento y conciencia de la gente que habita en la comunidad y de quiénes los dirigen.
La ignorancia es un enemigo silencioso que lentamente destruye una población desde adentro.
Hace varios meses que estamos analizando la forma de los homenajes póstumos que las salas capitulares están llevando a cabo, y nos parece absurdo el mecanismo que utilizan para realizarlo.
Ponemos estos dos ejemplos palpables de nuestro municipio: el primero, la muerte de un individuo que cambió el destino de su comunidad a través de la agropecuaria y la ganadería, y el otro que encaminó su pueblo a través del transporte. Ambos fallecieron, y el cuerpo de Regidores y la Alcaldía no fueron capaces de emitir una resolución exaltando la figura de estos dos ciudadanos que dejaron una impronta en su jurisdicción.
Sabemos que los trabajos hechos en la tierra no son para que nos los reconozcan, pero se ha visto que a personas fallecidas que quizás no tengan los méritos necesarios para ser reconocidos por la Sala Capitular, le han brindado este privilegio de hacerle un homenaje póstumo sin mirar su trayectoria.
Las autoridades municipales deben crear junto a los ciudadanos, una resolución en base a valores y aportaciones que debe tener un individuo para recibir un homenaje póstumo, que resulte en un documento donde se establezcan los requisitos necesarios para que un ciudadano sea merecedor de tal distinción póstuma.
Con este comentario no se pretende demeritar a las familiares o a las personas fallecidas a las que los ayuntamientos le han otorgado esta distinción, sino por el contrario, el propósito es que no se omitan los aportes y el valor agregado de muchos compueblanos que también se lo merecen, aunque se haga después de su muerte.
Debemos tener un ordenamiento en este aspecto para no festinar esta práctica protocolar que le corresponde a las alcaldías.
Hasta la próxima semana, mis pequeños saltamontes