La inteligencia emocional y su repercusión en la vida diaria

Por Alan Jr. Reyes. –

A diario, nuestras emociones, leves o graves, guían nuestras acciones.

La inteligencia emocional es un activo inestimable si queremos evitar ser receptores pasivos de nuestras emociones.

La inteligencia emocional, como un manual de instrucciones, nos permite comprender y responder adecuadamente a nuestras emociones, en lugar de reaccionar automáticamente.

Esta inteligencia emocional, que se aprende y desarrolla a lo largo de nuestra vida, favorece la flexibilidad psicológica, es decir, la capacidad de adaptar nuestro comportamiento en función de las circunstancias internas y externas.

Tiene un impacto positivo en nuestra salud mental y física, nuestras relaciones y nuestro rendimiento en el trabajo o la escuela.

Domar nuestras emociones, incluso las desagradables, es fundamental para llevar una vida equilibrada y plena.

Habilidades emocionales.

El concepto de inteligencia emocional es fundamental, porque no es la emoción en sí, sino cómo la gestiona el individuo lo que determina su impacto.

Según el modelo de Moïra Mikolajczak, la inteligencia emocional se compone de 10 competencias, subdivididas en competencias individuales y socioemocionales.

Las emociones tienen un uso y una función específicos, que van desde prepararnos para la acción hasta ayudarnos a tomar decisiones y adaptarnos.

Nuestra capacidad para comprender y gestionar nuestras emociones es crucial para nuestro bienestar y nuestra salud mental.

Y para integrar herramientas prácticas, ofrecemos formación en inteligencia emocional.

Gestión de las emociones:

Este artículo explora las 5 palancas de la gestión emocional: elegir la situación, modificar la situación, centrar nuestra atención, reevaluar la situación e influir en nuestra reacción.

Destaca que la regulación emocional no es una tarea fría y distante.

Se trata más bien de una práctica de apertura a la experiencia emocional al tiempo que se toman decisiones conscientes sobre cómo reaccionar.

Subraya la importancia de aceptar las emociones en lugar de intentar evitarlas.

Las emociones, como mensajeras de nuestras necesidades psicológicas esenciales, desempeñan un papel crucial en nuestra adaptación al entorno.

Sin embargo, gestionarlas mal puede acarrear problemas.

Comprender nuestras emociones requiere que identifiquemos el desencadenante emocional y sus causas internas, arrojando luz sobre nuestras creencias y reacciones automáticas.

La evasión emocional, aunque tentadora, no es una solución duradera.

En cambio, comprender y expresar nuestras emociones, distinguiendo al mismo tiempo entre nuestras necesidades y los medios para satisfacerlas, contribuye a nuestro bienestar.

Expresar nuestras emociones de forma constructiva conduce a una regulación más sana y a una mejor interacción social.

Dos condiciones facilitan esta identificación: la apertura a nuestras emociones y un vocabulario emocional rico.

Para desarrollar esta competencia emocional, conviene practicar a diario el nombramiento de las emociones y detenerse varias veces al día a observar los sentimientos.

Las emociones agradables, que a menudo se pasan por alto, son especialmente importantes, ya que señalan la satisfacción de una necesidad o un valor, y pueden ayudar a identificar recursos personales y sociales.

Por último, identificar las emociones de los demás desempeña un papel crucial en la comprensión de las relaciones interpersonales.

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