Por Alan Jr. Reyes.-
Los temas políticos fascinan y movilizan a los ciudadanos, mucho más que las elecciones y las campañas…
¿Cómo es posible que la política, esa propensión natural a vivir con los demás, no siempre vaya seguida de un interés por la política?
Es cierto que el contexto es inédito… pero me pregunto: aunque no faltan temas políticos, ni movilizaciones, ¿por qué la política tal y como la conocemos, hecha de elecciones y campañas, ya no interesa a mucha gente? ¿Estamos asistiendo a una transformación de la política tal y como la conocemos?
Distinción filosófica
En filosofía, no hay nada más amplio que la política. En primer lugar, porque en filosofía no sólo se habla de “política”, que concierne tanto al funcionamiento práctico de las instituciones como a la orientación del gobierno de los ciudadanos, sino que también se habla, a veces con esnobismo, de “política”, definida sobria pero ambiciosamente como “el hecho político” o “lo político”.
En otras palabras, se distingue entre lo que corresponde a la acción (régimen, elecciones, partido, gobierno, etc.) y lo que corresponde al ser político.
A este respecto, Aristóteles, en su obra La Política, que lleva su nombre con acierto, evoca este vínculo natural entre los hombres: el hombre es un animal político, nos dice. Podemos discutir esta tesis, reformular y preguntarnos si, por naturaleza, los seres humanos son o no seres políticos, vinculados o no entre sí; la historia de la filosofía política es en parte testimonio de esta discusión.
Pero lo que siempre me ha llamado la atención de esta tesis, y más cuando veo el desinterés actual por las elecciones, los partidos o los parlamentos, no es tanto su validez como su extensión concreta en una política.
¿Cómo es posible que lo político, es decir, la propensión natural del ser humano a vivir con sus semejantes, no vaya siempre seguida de un interés por la política, por lo que organiza esta vida con los semejantes? ¿Por qué “lo” y “la” política no siempre encajan bien en nuestras mentes? Ya se trate de ciudadanos o de jefes de Estado, ¿por qué no está más presente esta naturaleza política? ¿Será que la política nunca ha existido, que sólo es cuestión de intelectuales y conceptos, o que la política no proporciona los medios para florecer?
El presunto desinterés de los ciudadanos
Para explicar el desinterés de los ciudadanos por la política se han elaborado un sinfín de teorías, unas más válidas que otras, unas más manidas que otras, y unas más contraintuitivas que otras: el individualismo de las sociedades democráticas, la democracia representativa, los cambios de escala provocados por la globalización, que aleja la política de los ciudadanos, la apatía de las pasiones políticas, los jefes de Estado que están todos podridos o son “todos iguales”, el hecho de que las instituciones sean anticuadas y complicadas, o la responsabilidad de los medios de comunicación…
En resumen, todas me parecen interesantes.
Pero todas se basan en un presupuesto extraño: que los ciudadanos no están interesados en la política. ¿Son realmente los ciudadanos tan indiferentes, tan apáticos, cuando se trata de la vida en comunidad, de la vida con los demás? ¿De dónde viene esta idea paradójica de que un ciudadano es esencialmente un ser político pero no le interesa la política?.
Así que creo que la paradoja está ahí: hablamos de la inclinación natural del hombre a ser un individuo sociable y social, político, pero nos preguntamos menos sobre la posibilidad de escuchar y ampliar esta inclinación inicial en términos concretos.
Hoy parece que todo es culpa de los ciudadanos que no están politizados, pero ¿no es la política el problema? ¿Pero no es la política el problema? ¿La forma que debe adoptar, cómo se relaciona con la naturaleza de los hombres y las mujeres, sus intereses, sus luchas, su vida cotidiana?
¿A quién le importan las elecciones hoy en día, cuando la gente tiene otros asuntos políticos de los que preocuparse, como la lucha contra el cambio climático, el racismo, el movimiento feminista y la crisis sanitaria? ¿Cuando han sacado a relucir su naturaleza intrínsecamente política, su inclinación política, por encima de las instituciones políticas?
Lo que está cambiando, pues, es la política que se hace oír, que se manifiesta, que toma la forma de marchas y manifestaciones humanas, la política que se creía blanda e individualista, que se creía incluso discutible e inexistente. Lo que tiene que cambiar es la política en esta forma, que ya no es realmente relevante.