SANTO DOMINGO.- A la familia Heredia le ha tocado dos veces sufrir en sus entrañas las dos peores tragedias que han acontecido recientemente en el país. Primero fue en San Cristóbal, donde Emmanuel sobrevivió milagrosamente a la explosión ocurrida allí. Ahora le tocó a Sulay, quien, por desgracia, murió en la catástrofe del Jet Set.
Sulay Heredia apareció sin vida cuatro días después del colapso de la discoteca Jet Set, en Santo Domingo. Su familia la buscó con la esperanza que sólo la conocen quienes ya han visto un milagro, como el experimentó hace apenas dos años su hermano Emmanuel Heredia, quien emergió con vida de los restos del Banco Banreservas tras la explosión que dejó sin vida a 42 personas en San Cristóbal.
Fue encontrado cubierto de polvo, pero con el corazón aun palpitando entre las ruinas, y desde entonces, en la casa Heredia, se aprendió a creer en los milagros.
El cuerpo de Sulay fue reconocido por un vestido negro y un cintillo rojo en la muñeca. No llevaba documentos. La contusión, calor y la confusión de los primeros días hicieron que no pudiera ser identificada. Pero su familia no se rindió. Buscaron entre cuerpos y nombres equivocados, con la esperanza de encontrarla, viva o muerta, pero un cuerpo al cual pudieran llorar.
Lidia ha vivido dos veces la misma pesadilla: la de no saber dónde está un ser querido, la de recorrer hospitales, morgues, escombros y la de enfrentarse al silencio que sucede durante una conmoción nacional. “Yo aún no lo asimilo. No estoy bien. Estuve viendo cadáveres, y todas las amigas de mi hermana murieron”.
Sulay era asistente legal, madre de dos hijos, de 15 y 9 años quienes están al cuidado de su padre y familiar cercano. Mientras Emmanuel aún tiene secuelas de la explosión y los meses de recuperación que tuvo en el hospital.
En la memoria del país quedará el derrumbe del Jet Set como un nuevo capítulo del dolor. Pero para los Heredia, será el segundo acto de un drama personal, donde la muerte se presenta, creando una inmensa herida.